El 6 de octubre, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se subió a las redes sociales con un aire de triunfo al anunciar la incautación de lo que supuestamente eran "más de 2 kilos de cocaína" en Mendoza. Sin embargo, la historia dio un giro inesperado cuando se confirmó que el 'narcótico' era, de hecho, talco para los pies.
Bullrich, en su tuit de tono triunfal, aludió a la destreza de la Gendarmería para atrapar a un sospechoso que intentaba burlar un control en un micro de larga distancia. El detenido, Ariel Maximiliano Acosta, fue encarcelado durante 21 días por lo que se creía era un grave delito, hasta que los resultados de laboratorio revelaron que su carga no contenía ningún rastro de droga.
La confusión se desató cuando gendarmes, tras un "narcotest" que dio positivo gracias al aspecto nervioso de Acosta, lo acusaron de llevar "2,444 kilos de cocaína". Al final, el juez Alberto Carelli ordenó su libertad, pero no antes de que el hombre sufriera una serie de infortunios, incluida la pérdida de pertenencias en prisión.
Laura, la madre de Acosta, expresó su indignación, demandando al menos una disculpa pública de la ministra Bullrich por el escandaloso error. A pesar del papelón, la Gendarmería sigue sin dar respuestas sobre las medidas a tomar contra los responsables de esta grave confusión.
Mientras tanto, el escándalo pone de manifiesto problemas más profundos en la fuerza, ya que, en las últimas semanas, numerosos gendarmes han sido procesados por asociación ilícita y corrupción, lo que deja a muchos cuestionando la eficacia real de las fuerzas de seguridad en el país.
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